El comiezo da la Missión de la Iglesia

Reflexión sobre Hechos 1:1-12: El Comienzo de la Misión de la Iglesia

En el primer capítulo del libro de los Hechos de los Apóstoles, los versículos 1 al 12 nos proporcionan una visión crucial sobre los primeros momentos después de la ascensión de Jesús al cielo. Este pasaje no solo establece el contexto para lo que está por venir, sino que también subraya la importancia del poder del Espíritu Santo y la misión universal de la iglesia. Al examinar estos versículos, podemos obtener lecciones profundas que nos guían como seguidores de Cristo hoy en día.

El Contexto y la Promesa de Jesús (Hechos 1:1-5)

El libro de los Hechos comienza con una breve referencia al evangelio de Lucas, en el cual el autor, Lucas, nos había narrado la vida, muerte y resurrección de Jesús. En los primeros versículos de Hechos 1, Lucas nos recuerda que después de la resurrección, Jesús se presentó a sus discípulos durante 40 días, hablándoles sobre el reino de Dios. Esto es esencial, ya que Jesús no solo se les apareció para confirmar su resurrección, sino para continuar enseñándoles acerca de su misión y el plan de salvación.

En este período de 40 días, Jesús también les dio una promesa. Les habló acerca del bautismo con el Espíritu Santo, una promesa que se iba a cumplir muy pronto. Jesús les aseguraba que no debían apresurarse a predicar o actuar sin antes recibir ese poder divino. Esta promesa destaca la importancia del Espíritu Santo en la misión cristiana: no es suficiente con tener conocimiento sobre Cristo; se necesita el poder del Espíritu para llevar a cabo la tarea que Él les había encomendado.

La Ascensión de Jesús (Hechos 1:6-11)

Un momento clave en este pasaje es la ascensión de Jesús al cielo. Después de recibir la promesa del Espíritu Santo, los discípulos, aún con dudas y preguntas, le preguntaron a Jesús: “Señor, ¿restaurarás en este tiempo el reino a Israel?” (Hechos 1:6). Es evidente que los discípulos aún no comprendían completamente el alcance de la misión de Jesús. Ellos esperaban una restauración física y política del reino de Israel, pero Jesús les responde que no les corresponde a ellos conocer los tiempos y las épocas que el Padre ha fijado en su soberanía. En lugar de responder directamente a su pregunta, les señala la tarea que tienen por delante: “pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos… hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8).

Este es un momento decisivo. Jesús les recuerda que el Reino de Dios no es un reino terrenal o temporal, sino un reino espiritual que abarca a todas las naciones del mundo. La misión de los discípulos no es restaurar a Israel como una nación independiente, sino ser testigos de Jesucristo a nivel global. Esto implica una misión más amplia y más desafiante: llevar el mensaje de salvación a todos los pueblos, sin distinción de raza, nación o cultura.

La ascensión de Jesús es un acto simbólico de su regreso al Padre, y marca el fin de su presencia física entre los discípulos. Sin embargo, este acto también marca el comienzo de una nueva etapa: la era del Espíritu Santo y la expansión de la iglesia. Cuando Jesús asciende al cielo, dos ángeles se presentan a los discípulos y les dicen que de la misma manera que Jesús se fue, Él volverá. Este recordatorio de la segunda venida de Cristo es esencial para mantener viva la esperanza y la expectativa en el corazón de los creyentes.

La Preparación para la Venida del Espíritu Santo (Hechos 1:12)

Después de la ascensión de Jesús, los discípulos regresan a Jerusalén, tal como Jesús les había indicado. En Hechos 1:12, se nos dice que subieron al monte llamado el Monte de los Olivos, y desde allí, se dirigieron a Jerusalén. Este regreso a Jerusalén tiene un profundo simbolismo, pues es el lugar donde, poco después, experimentarán la llegada del Espíritu Santo en el día de Pentecostés (Hechos 2).

Es significativo que los discípulos se reúnan en oración y espera. Jesús les había dicho que esperaran en Jerusalén hasta ser revestidos con el poder del Espíritu Santo (Hechos 1:4). Este acto de espera y oración es fundamental para comprender la actitud de los primeros cristianos. En lugar de apresurarse a actuar por su cuenta, ellos reconocen que necesitan la guía divina. La obediencia a las instrucciones de Jesús y la dependencia del Espíritu Santo son las claves para llevar a cabo la misión.

Lecciones para Hoy

Este pasaje de Hechos 1:1-12 nos deja importantes lecciones que son relevantes para la iglesia de hoy en día:

  1. La promesa del Espíritu Santo: Al igual que los discípulos, nosotros también necesitamos el poder del Espíritu Santo para cumplir con la misión que Dios nos ha dado. No podemos confiar solo en nuestras habilidades humanas; necesitamos ser guiados y fortalecidos por el Espíritu en todo lo que hacemos.
  2. La misión global: Jesús no limita la misión a un grupo específico, sino que la extiende a “todas las naciones”. La iglesia de hoy tiene el mismo mandato: llevar el mensaje del evangelio a todas las personas, sin importar su origen, idioma o cultura.
  3. La importancia de la obediencia y la espera: Los discípulos no salieron inmediatamente a predicar, sino que obedecieron las instrucciones de Jesús y esperaron el poder del Espíritu Santo. Esto nos enseña la importancia de la obediencia y la paciencia en el proceso de cumplir con la voluntad de Dios.
  4. La esperanza en la segunda venida de Cristo: Como los discípulos, nosotros también esperamos con esperanza la segunda venida de Cristo. Esta esperanza debe motivarnos a vivir de manera fiel y expectante, sabiendo que nuestro trabajo en la misión de Dios tiene un propósito eterno.

Conclusión

Hechos 1:1-12 marca el comienzo de la misión de la iglesia, una misión que sigue viva y activa hoy en día. Al reflexionar sobre este pasaje, somos recordados de la importancia de depender del Espíritu Santo, de obedecer a las instrucciones de Jesús y de mantener una visión global de la misión del evangelio. La iglesia primitiva comenzó con una actitud de espera y oración, y ese es el ejemplo que debemos seguir hoy. La misión continúa, y cada uno de nosotros está llamado a ser testigo de Cristo, esperando y confiando en el poder del Espíritu Santo para llevar adelante la obra de Dios en el mundo.

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